Luis Enrique nació en la ciudad de Córdoba, capital de la provincia Argentina con el mismo nombre. Creció solitariamente y bajo la crianza de su madre doña Enriqueta Peredo de Rodriguez. Su padre, don Benjamín Rodriguez y su hermano mayor con el mismo nombre, habían muerto por diferentes y confusas circunstancias. Debido a que la abuela Enriqueta tenia que trabajar tantas horas para ganarse la vida, Luis Enrique pasó gran parte de su vida bajo la educación de un internado militar. Así, su niñez y adolescencia estuvieron marcadas por esa clase de disciplina hasta que se recibió de subteniente del ejercito Argentino.
En un buscado cambio de su vida, Mi padre llega a las costas de Necochea, donde conoce a Gladys y forman una familia.
Si tuviera que describir a mi padre, tendría que hacerlo como alguien con un carácter muy fuerte y autoritario. Con una firmeza y determinación en sus actos que hacían imposible sacarlo de su voluntad. A la vez, era una persona sumamente educada y refinada. Alguien que se había moldeado a sí mismo con la matriz de un perfecto caballero ingles. Para Él, la educación y el conocimiento eran las armas mas efectivas. Era común verlo envuelto en sus trajes elegantes, con su mirada de guerrero sabio y su sonrisa de éxito. Podía tener la suavidad de la seda y también el filo de la espada mas peligrosa. Fue una persona muy respetada en cualquiera de los ámbitos que le toco navegar.
Desde chiquitito, lo vi como alguien muy duro. Aprendí a temerle y me costaba poner mi vista en sus ojos. Cada vez que Él me miraba, yo tenia una curiosa sensación de que algo malo había hecho y que seria castigado. A medida que fui creciendo, me di cuenta que éramos incompatibles y que no encontraríamos la forma de tener una relación verdadera de Padre-hijo. Tenia cierta necesidad de que yo fuera perfecto, quizás como Él. Me aislé en una coraza donde pudiera estar seguro y crecí aprendiendo a ser autosuficiente, con la sensación de que nunca lo iba a necesitar. Mi interacción con Él, fue entonces una seguidilla de momentos olvidables, pero con algunos diamantes que todavía brillan en mi corazón.
Mi hermana Ligia se casa con Hernán y dan a luz a su hijito Sacha. La dulce llegada, hace un notable impacto en la familia y especialmente en mi padre. Pude ver, a través de su rol de abuelo, como Él se reinventó a si mismo como una persona tierna y aplicada, dispuesta a evitar a toda costa el fracaso de esa nueva relación. Parecía que estaba tratando de lavar los errores que tuvo conmigo. Fue un cambio importante, que también le ayudo a esforzarse a acercarse mas a mí, pero mi coraza era demasiado fuerte como para dejarlo entrar. Parecía que ya era muy tarde.
La jubilación fue un hecho muy frustrante para mi padre. Él había hecho de su trabajo una razón importante de su vida, y al perderlo, sintió que su fuerza vital se desvaneció. Creo que lo que mas le afectó, fue que la gente en general cambio su concepto para con Él. Ya no era alguien poderoso a quien respetar, sino que era un jubilado mas. Para un hombre, la sensación de inutilidad es una picadura venenosa.
Un día llegue a casa, y me di cuenta que algo malo flotaba en el ambiente. Las caras de preocupación me dijeron que algo no estaba bien y tuve que preguntar. Papa había vuelto de una visita a su medico personal con los resultados de unos análisis y le habían diagnosticado cáncer linfático. El futuro sería incierto, con muchos tratamientos desgastantes, y que por tratarse de sustancias radioactivas, podrían desencadenar en otras enfermedades. Pero la familia tenía que luchar contra este fantasma y así lo hicimos. Pude ver entonces, como mi padre fue perdiendo lentamente su cabellera, a la medida que su imagen de alguien duro se desvanecía dentro de mí. Se notaba que Él estaba replanteando su vida. Recuerdo que una tarde entre a la casa y lo encontré sentado en silencio en la sala. Estaba a oscuras, pero igual estaba contemplando un pequeño cuadro que tenia en sus manos, con la fotografiá de mi madre. Se sobresaltó un poco como si lo hubiera pillado en algo muy íntimo, y me dijo..."¿No es Ella hermosa?...Me doy cuenta como la he amado toda mi vida!".
Empecé a sentir una necesidad de comunicarme mas con Él, de compartir mas momentos, pero no conocí la forma de hacerlo, la falta de hábito, no me ayudó.
Con el tiempo, los tratamientos parecían estar dando algún resultado. Si bien el mal no estaba disminuyendo, al menos no estaba creciendo tampoco. Lo cual era muy bueno.
Fue entonces cuando llega la noticia de la muerte de mi abuela Enriqueta. Mi padre tuvo que viajar a Carlos Paz (Córdoba), para hacerse cargo del velorio, sepultura y también de los bienes de Ella. Estando a solas en la casa materna y ordenando papeles, mi pobre padre se enfrentó a la realidad más cruel. En una serie de cartas, fotografías y documentos, descubrió que había sido engañado toda su vida por su madre. Su propio padre y hermano mayor vivían y habían tratado de tener contacto con Él.
Aparentemente, cuando papa era muy chiquito, algo paso en la pareja de mis abuelos, que hace a mi abuela decidir abandonar a su esposo e hijo mayor para instalarse en Córdoba. Mi abuelo paterno, descendiente de una importante familia del Perú, retorna a ese país con el hermano de papa, y mantiene correspondencia con Enriqueta. Mi abuela le ocultó todo esto a mi padre, llevándose los secretos a la tumba. Sin saber direcciones, teléfonos, o aunque sea el nombre de alguna ciudad, existía una remota oportunidad de encontrar esa parte de la familia perdida. Este hecho le rompió el corazón a mi padre.
Cuando volvió a Necochea, simplemente dejo de luchar y se dejo morir. Vi poco a poco como su cuerpo se fue marchitando y su luz apagándose.
Un día, el medico nos recomendó que lo ingresáramos en el hospital, porque ya estaba entrando en su etapa final. Así que la familia se organizo para tener turnos de guardia a su lado y cuidarlo por si necesitaba algo. Fue muy difícil verlo tan débil e incapaz de hacer las cosas mas simples por si mismo. Esa tarde, papá estaba ya en un estado de coma, con una respiración muy débil. Estábamos solos en la habitación y empecé a sentir una tristeza tan grande que tuve que acercarme a Él. Recuerdo que le dije al oído.."Ni se te ocurra irte sin antes arreglar las cosas conmigo". Tomándolo de la mano, me quede a su lado en silencio, y pude ver como su respiración se fue normalizando.
A la mañana siguiente, nadie podía entender lo que estaba sucediendo. Mi padre había despertado del coma, y se lo veía muy tranquilo desayunando. Había renovado su vitalidad hasta tal punto que le dieron de alta en el hospital y pudo regresar a la casa manejando su propio auto. Todos nos alegramos mucho de verlo repuesto y de tenerlo otra vez en el hogar. Pero yo sabia que algo había diferente en Él. Tenia un semblante relajado...una mirada calma de sabiduría que no había visto antes.
Pasaron los días hasta que un jueves quedamos solos en la casa. Supe que era el momento para conversar con Él, así que me acerque a su habitación y le pregunte qué había pasado en el hospital. Me miro con unos ojos llenos de amor y me dijo:
"Yo me estaba despidiendo de este mundo porque ya era mi tiempo. Me estaba yendo por un tubo de luz muy difícil de describir exactamente. Había "alguien" esperándome al final de él, y sentía una maravillosa sensación de amor. Cuando me dijiste al oído aquellas palabras, supe que no podía dejarte de esa forma. Creo que ese "alguien" también lo entendió, porque se me concedió permiso para volver por un tiempo y resolver esto."
Al salir de mi asombro, pude tener con mi adorado padre la charla mas nutritiva de mi vida. Pudimos tocar todos aquellos temas que nunca habíamos hecho. Le dije que todo lo que yo hice en mi camino hasta ahora, fue con el profundo deseo de que Él se sintiera orgulloso de mí. Y Él respondió que siempre estuvo orgulloso de mis logros, solo que nunca supo como decírmelo. Porque me veía tan fuerte y seguro de mí mismo que tenia miedo de interferir. Y entonces dijo:
"Pero ya no tengo ningún temor en decirte las cosas, por eso te dejo este mensaje...Haz lo que has venido a hacer. Busca muy dentro de ti y sabrás qué. Pero es preciso que cumplas con tu tarea, porque hay personas que lo esperan. Has nacido con virtudes que ya es tiempo que las uses."
Pasamos unos maravillosos días, hasta el sábado que mi padre volvió a ponerse delicado. El medico ordeno su nueva internación en el hospital y la familia comenzó otra vez el plan de relevos. Ese domingo yo tenia que trabajar pero pasado el mediodía pude relevar a mi hermana. Supe que papá había entrado en coma otra vez y que solo era cuestión de esperar. Así que me quedé afuera de la habitación por un tiempo. Después me metí dentro de ella y vi a mi padre agonizando. Así que me acerqué y lo abracé. Al hacer esto, su respiración se normalizó, abrió los ojos para mirarme, me regalo una hermosa sonrisa, y se fue...se fue para siempre de este mundo...pero no de mi vida. Pero no de mi corazón.
Han pasado los años. Y como dije, llevo el recuerdo de mi padre en mi. Me sorprendo con orgullo cuando gente que lo conocía me dicen cuanto me parezco a Él. Siempre he llevado latente ese consejo que me dio, quizás por eso hoy estoy escribiendo esta historia.
Quizás para alentar a quien lee este blogger, a no dejar cuentas pendientes con los seres queridos, a perdonar, entender, a compartir, a abrir los corazones...a tiempo.
Porque la vida...quiero decir, esta pequeña jornada de la gran aventura, pasa como un suspiro.
